El Espíritu Santo: camino al Señor

4 de septiembre, 2021

Mujer con una pluma realizando una traducción
Ernesto Redonet
Ernesto Redonet

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Tabla de Contenidos

Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios

1 Corintios 2: 11

Origen del nombre

Proviene del latín Espiritus Sanctus. Describe la gracia divina manifestada para inscribirse en la comunión con los creyentes y conectar con Cristo o con Dios; es decir, es el encargado de estimular la fe cristiana.

Significado de Espíritu Santo

El vocablo «Espíritu», en hebreo Ruah, se traduce en su primera acepción como soplo, aire o viento. Además, Espíritu y Santo son particularidades omnipotentes comunes de las Tres Personas divinas. Sin embargo, ninguno de estos términos describe a la perfección a la persona inefable del Espíritu Santo.

¿Quién es el Espíritu Santo?

Es la tercera persona de la Santísima Trinidad del cristianismo. Es un Dios, disímil del Padre y del Hijo (primera y segunda persona respectivamente de la Santísima Trinidad). Conserva, al igual que ellos, una naturaleza propia y esencia divina. Ineludible para el Padre y el Hijo, no se separa de ellos, ni en la vida íntima de la Trinidad vivificante. Es necesario afirmar que Cristo es quien se manifiesta, ya que es la Imagen Visible de Dios invisible, pero el Espíritu Santo es quien lo descubre.

La Venida del Espíritu Santo

Este acontecimiento es narrado por Lucas en los Hechos de los Apóstoles, en los capítulos 1 y 2. Anteriormente a la Ascensión, Jesús ordenó a sus discípulos que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre. Es cierto que fueron bautizados con agua por Juan, pero les dijo: vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días.

Luego —continúa narrando Lucas—, al estar todos reunidos, súbitamente, llegó del cielo un bullicio como de un viento fuerte que soplaba, el cual inundó toda la morada en la que se encontraban sentados. En ese preciso momento, aparecieron lenguas, como de fuego, que se asentaron sobre cada uno de ellos. De esa manera, se colmaron todos del Espíritu Santo, y empezaron a dialogar en otras lenguas.

Los seudónimos del Espíritu Santo

Jesús, al informar y prometer la llegada del Espíritu Santo, le apoda el «Paráclito», que se traduce usualmente como «Consolador». Él también lo nombra como el «Espíritu de Verdad». Además de su nombre propio, que es el más utilizado, en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles se hallan otros apelativos. Pablo lo describe como el Espíritu de adopción, el Espíritu de la promesa, el Espíritu de Cristo, Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios; y Pedro, como el Espíritu de la Iglesia Católica.

Funciones

Trabaja en una refinada alianza con el Padre Celestial y Jesucristo. Realiza diferentes tareas para ayudarnos a vivir en integridad y recibir las bendiciones del Evangelio.

En el libro apócrifo del Mormón, vemos que se dice que Él da testimonio del Padre y del Hijo (2 Nefi 31:18) y revela y enseña “la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5). Solamente podemos obtener una prueba inequívoca del Padre Celestial y de Jesucristo a través del poder del Espíritu Santo.

Representaciones

Existen varias representaciones del Espíritu Santo detalladas en la Biblia. Algunas de ellas son:

Agua

Mediante el sacramento del bautismo, el agua representa el Espíritu concediendo un nuevo nacimiento.

Unción

Es un óleo que simboliza la fuerza del Espíritu empleado en el sacramento de la Confirmación.

Fuego

Estuvo presente en los hechos del Espíritu, emblema de la energía transformadora.

Nube y luz

Simboliza la manifestación del Espíritu como; por ejemplo, cuando desciende sobre la Virgen María.

Sello

Presente en los sacramentos y que manifiesta el carácter indestructible del Espíritu.

Mano

Mediante la imposición de las manos se divulga el don del Espíritu Santo.

Paloma

Se muestra en el bautismo de Jesús.

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en la vida del cristiano?

Pablo expone en la epístola a los Corintios: y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:3). La comprensión de fe no es viable sin él. Para contactar con Cristo, es inevitable inicialmente haber sido atraído por el Espíritu Santo.

La gracia del Espíritu Santo es la primera que nos despierta en la fe y nos instruye en la vida cristiana creyendo en Dios y confiando en Jesucristo.

Dones del Espíritu Santo

Nos orienta en la Palabra del Señor y nos guía hacia la sinceridad. Nos recuerda las enseñanzas de Jesús para que confiemos en su Palabra en las situaciones difíciles.

 El Espíritu obra en nosotros para darnos su paz (Juan 14:27), su amor (Juan 15: 9-10) y su gozo (Juan 15:11). Él reside en cada cristiano.

Sus dones son: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, piedad, fortaleza y temor a Dios.

Significado de los siete dones del Espíritu Santo

Sabiduría

Es el don de comprender lo que ayuda y lo que perjudica el plan de Dios. Él nos fortalece nuestra misericordia y nos prepara para una visión plena de Dios.

Entendimiento

Con este don nos ayuda a comprender las verdades declaradas por Dios. Mediante él, nos permite profundizar en la vida de Dios, y así notificamos a nuestro corazón de una especial participación en el conocimiento divino.

Consejo

Consiste en saber comprender los caminos y las opciones de orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu Santo nos da para diferenciar lo correcto de lo incorrecto, lo verdadero de lo falso.

Ciencia

Es la ciencia de Dios y no la ciencia del universo. A través de este don, nos muestra íntimamente el pensamiento de Dios sobre nosotros.

Piedad

Nos brinda este don para estar eternamente abiertos a la voluntad de Dios, intentando siempre proceder como Dios actuaría.

Fortaleza

Este es el don que nos torna valientes para afrontar los problemas de la vida cristiana. Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida (Revelación 2:10).

Temor a Dios

Don que nos muestra el respeto hacia Dios y la sumisión a su voluntad y nos aleja de todo lo que le pueda incomodar.

Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo (1Co 12:3).

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